Diana

Nápoles

Soy lagunera.

Me gusta la cumbia, bailar salsa, los gatitos y practicar deportes al aire libre.

Soy lectora de tiempo completo y me gusta hacer journaling en mis tiempos libres.

Otros de mis pasatiempos es leer sobre alimentación y seguir a autores de desarrollo personal o Psicología en redes sociales.

La escucha desde el Enfoque Centrado en la Persona conforma el núcleo de mi metodología de acompañamiento. Me permite ayudarte a descubrir maneras de entenderte, de que amplíes tu conciencia sobre lo qué te sucede y cómo puedes empezar a abrazar la vida que deseas.

UN POCO SOBRE MÍ

FORMACIÓN

Soy Comunicóloga de base (2008-2013), trabajé un tiempo en medios y Comunicación Organizacional.

Luego me crucé con la Maestría en Desarrollo Humano de manera casi azarosa. Llegué al ITESO y mi vida se transformó de manera significativa.

HOBBIES

Me gustan los deportes al aire libre. Soy fan al 200% de intercalar disciplinas de cardio y fuerza. Últimamente paso más horas en el gym que en la alberca o rodando. Tengo una bici de ruta y a veces salgo los domingos a sacarle brillo a la pista. Me gustaría ser entrenadora en algún momento de mi vida.

SUEÑOS Y MANÍAS

Soy muy disciplinada y a veces me resulta difícil salirme de los planes o rutina.

Una de mis manías es medir constantemente, en casi todo lo que hago, por ejemplo: analizar la distribución del tiempo en mis actividades.

Mi sueño: ser escritora de tiempo completo.

MI

PROPÓSITO

Cuando estudié la Maestría en Desarollo Humano mi mundo se reconfiguró. Entendí mucho sobre mí y mi conciencia se amplió en múltiples niveles.

El ir “echando luz” en los rincones más insospechados de mi conducta, me permitió impulsar mi capacidad de agencia.

Gracias a esta formación pude promover relaciones más auténticas en mi vida.

“Es necesario que tomes el riesgo de entrar en la aventura de descubrir los entresijos de tu propia persona”

(Cabarrús, 2003, p. 26).

También logré la recuperación de mis sensaciones físicas para posicionar mi experiencia organísmica, la observación de mi implicación personal, la capacidad de hilar un discurso cada vez más fino al narrarme, porque hago contacto con mi experiencia de manera más directa; asimismo, el ser capaz de recibirme, así como de nombrar y reconocer mi experiencia emocional siempre que es necesario.